(Columna 7 de Mireya Machí en MySix)
Hoy vamos a sumergirnos en un tema que algunos tenemos naturalizado, pero que otros van a considerar algo extraño. Porque si para mucha gente la política conocida ya es un embrollo a menudo indigesto, ¿cómo vamos a hablarle de una política “exo”? ¿Y qué sería eso de “exo-política”?
Veamos: la voz de origen griego, exo, significa "fuera, del exterior", por lo tanto, la exopolítica sería, según el investigador, sociólogo y filósofo peruano Giorgio Piacenza, “una disciplina emergente fundamentada en las ciencias sociales que estudia de manera interdisciplinar las implicancias sociológicas, políticas, legales, culturales, históricas, filosóficas y teológicas en conexión con los nuevos paradigmas científicos y filosóficos asociados a la posible o real presencia extraterrestre. No requiere creer en un actual contacto o presencia extraterrestre pero sí a considerar su posibilidad y sus probables consecuencias.”
Según otro de sus estudiosos y divulgadores más conocidos, el dr. Michael Salla, “la exopolítica podría definirse como el estudio de los aspectos políticos de la interacción entre civilizaciones extraterrestres y la civilización humana en la Tierra. Postula que nuestra circunstancia terrenal es que estamos en medio de un universo altamente organizado y en evolución, poblado por sociedades interplanetarias, intergalácticas y multidimensionales. En el modelo exopolítico, todos los planetas que contienen vida, de la forma en que lo hace el planeta Tierra, son miembros de un universo colectivo que operan bajo una ley común.”
Aporto estas definiciones cualificadas como base teórica para que todos partamos de un entendimiento común, dado que aquí no quiero centrarme en lo técnico del concepto, sino en el aspecto más psicológico y sociológico de esta posibilidad. Contingencia que me planteo a cuentas del famoso objeto 3I-Atlas que se pasea por nuestro sistema solar relativamente cerca de la Tierra en estas fechas con un comportamiento que genera sospechas de que pudiera no ser natural. Por mi parte, para serles honesta, ni me sorprende, ni me preocupa. Para mí hace rato, milenios incluso, que hay comunicación humana con et’s de múltiples formas: presenciales, astrales, telepáticas, canalizadas e, incluso, mediante internet. Y este objeto dejándose ver sería solo un señuelo de apertura a esta divulgación antes reservada (con la NASA haciendo de filtro y pantalla) por no estar la humanidad “madura” para tal contacto abierto, algo que parece estar cambiando. La pregunta es, ¿estamos realmente preparados? O sea, ¿en qué nos afectaría a cada uno a nivel práctico que existieran otras civilizaciones en el vasto universo y que se quieran relacionar con nosotros?
Quienes viven partiéndose el lomo por llegar a fin de mes, probablemente no tienen tiempo de preguntarse estas abstracciones. Otros alcanzamos a concluir alguna cuestión bien pragmática al respecto: que, si esa posibilidad fuese cierta, las tecnologías de aquellas civilizaciones, aplicadas a las necesidades terrestres, podrían hacernos la vida mucho más fácil. Eso, incluso, permitiría a las futuras generaciones olvidar que alguna vez nos costó sudor y lágrimas generar el dinero con que comprar el derecho a vivir en nuestro propio planeta. Bastaría, en cambio, que una raza ET estuviese tan sólo mil años por delante para que tuvieran mucho que compartirnos sobre transporte, energía, inteligencia artificial, ecología, economía, medicina, alimentación, construcción… Entonces, el hecho de que no se haya dado a conocer públicamente esta probable vieja interacción exopolítica puede deberse, primero: a que, sencillamente, no existió; o segundo: a que, existiendo, hay poderes a quienes no interesa que se conozca porque prefieren una población necesitada, dependiente y obediente, manejando ellos el timing de nuestra evolución tecnológica.
Dando credibilidad a esta segunda opción, ¿por qué permitirían los et’s que sus conocimientos fuesen monopolizados por unas élites en perjuicio de la mayoría de la humanidad?
Al parece existe una ley que regiría, supuestamente y según varios canalizadores, a las razas estelares de este cuadrante del Universo. Y en ella, habría una directiva referente a no interferencia en el desarrollo de una raza con bajo nivel evolutivo, atendiendo a su libre albedrío. Es decir, se mantendrían invisibles por respeto a nuestros procesos evolutivos interiores-exteriores, pues una baja conciencia con una alta tecnología pondría en peligro la supervivencia del propio planeta. El problema es que eso los volvería también permisivos con nuestros congéneres nocivos y razas invasivas.
Esto nos lleva a otra pregunta: ¿hay unanimidad entre todas las razas et’s? ¿Están todas alineadas con esa ley común de no-intervención? Según contactados, existirían razas más egoístas y otras más benevolentes. Las más egoístas serían las que habrían intercambiado tecnología exótica con élites de dudosa ética a cambio de usar humanos con los que mejorar su propia genética. Los benevolentes, en cambio, nos asistirían con orientación y revelaciones para que nosotros mismos desarrollásemos nuestra tecnología, como se cree que sucedió con Nicola Tesla y otros asombrosos inventores, finalmente enmudecidos.
Yo creo que sí ha habido intercambios tanto negativos como positivos entre humanos y et’s. Y con respecto a los positivos, sea cual sea el origen de esos conocimientos que tantos humanos han querido entregar y no han podido, sí interesa impedir que las élites acaparen los inventos más revolucionarios. Dados
los desafíos climáticos, sanitarios y económicos que enfrentamos, sería el momento de exigir que se liberen las patentes de energía gratuita y exótica, de desarrollar la tecnología consecuente y de ponerla al alcance de cada ser humano. Para que progresemos de un modo sostenible, para que a nadie le falte luz, agua y techo, para que dejemos de ser esclavos de la deuda, para que poblemos confortablemente zonas despobladas y, en definitiva, para que nunca más tengamos que pagar por vivir en el planeta en que nacimos.
Si los et’s buenos se rigen por esas directivas que les impiden establecer contacto abierto si no hay una masa crítica suficiente que lo pida, aquí mi clamo: pido a los et’s vinculados al devenir de nuestro planeta que nos echen una mano para sacarnos de encima los parásitos invasores y que consideren a los terrícolas una raza galáctica más con la que establecer relaciones políticas, culturales, comerciales y turísticas con nuestros hermanos estelares. Que por mí no quede.
@mireyamachi